Camping en la Isla de Ré

Para pasar un día en familia con los pies en el agua, pon rumbo a las playas de Bois-Plage, que ofrecen baño vigilado durante la temporada. Al oeste de la isla de Ré, en el municipio de Saint-Clément-les-Baleines, la Conche des Baleines se extiende en una preciosa ensenada de casi 3 km. Su entorno paradisíaco la convierte en un lugar muy apreciado para nadar y descansar al sol. En Sainte-Marie-de-Ré, las playas de Montamer y La Salée son perfectas para darse un chapuzón cuando sube la marea.

En Rivedoux, en la costa sur frente a La Rochelle y la isla de Aix, los bañistas comparten el espacio con los amantes del windsurf y el kitesurf. Si prefieres el surf, la playa de Les Grenettes, en Sainte-Marie-de-Ré, es el destino ideal.

¿Quieres iniciarte en la pesca a pie? Acércate durante la marea baja a la playa de Notre-Dame en Sainte-Marie-de-Ré, o a las playas de L’Arnérault en La Flotte-en-Ré y de La Cible en Saint-Martin-de-Ré.

La isla de Ré recibió en 2012 el sello « País de Arte e Historia », que distingue a los territorios que promueven acciones de sensibilización sobre el patrimonio entre sus habitantes y visitantes.

Las esclusas de la isla de Ré forman parte esencial de este patrimonio histórico. Construidas entre los siglos XIII y XV en Sainte-Marie-de-Ré, Saint-Clément-des-Baleines, Les Portes-en-Ré, Ars y Loix, se transforman en ingeniosas trampas para peces gracias al vaivén de las mareas.

Durante un paseo por Ars-en-Ré, te llamará inevitablemente la atención su majestuoso campanario puntiagudo, blanco con una aguja negra. En la localidad de La Flotte, haz una parada para descubrir las ruinas de la abadía de Les Châteliers. Declarado Monumento Histórico, este lugar marca la llegada de los monjes cistercienses y el inicio de la producción de vino y sal en la isla. Para disfrutar de una vista panorámica excepcional sobre la isla de Ré y los pertuis, sube hasta lo alto del faro de Les Baleines, que se eleva a 57 metros en Saint-Clément-des-Baleines. Finalmente, las fortificaciones de Saint-Martin-en-Ré, declaradas Patrimonio Mundial de la UNESCO, son una parada obligatoria durante tus vacaciones en la isla. Construidas por Vauban bajo el reinado de Luis XIV, servían antaño de refugio en caso de desembarco enemigo.

Las salinas son numerosas en la isla de Ré, y los salineros todavía hoy mantienen las técnicas ancestrales. Regulan el flujo de agua entre los estanques excavados en la arcilla natural. De marzo a finales de noviembre, puedes visitar el ecomuseo del Marais Salant para aprender más sobre la historia de la produccíon de sal. También tendrás la oportunidad de recorrer, acompañado de un guía, una auténtica salinar en funcionamiento y de iniciarte en el oficio de salinero.

A lo largo del tiempo, las generaciones que se han sucedido en la isla de Ré han tratado de preservar las tradiciones y los conocimientos técnicos. La recolección de sal, la cría de ostras, el cultivo de la vid y la horticultura son las principales actividades de la isla. Con los siglos, las técnicas han evolucionado respetando el medio ambiente y han moldeado el paisaje, dando lugar a una tierra rica de su cultura.

Dirígete a Les Portes-en-Ré para descubrir la fauna y la flora de la Reserva Natural Nacional de Lilleau des Niges. En un paisaje magnífico formado por dunas, salinas y bosques, muchas aves migratorias encuentran aquí refugio. La LPO, que gestiona el lugar, organiza salidas temáticas para observar el entorno y los animales acompañados de un guía apasionado.

La isla de Ré es un destino especialmente adecuado para practicar senderismo o ciclismo. Numerosos senderos atraviesan la isla e invitan a admirar la belleza y diversidad de los paisajes, entre encantadores pueblos, playas, bosques y salinas. Los jinetes, ya sean aficionados o experimentados, también pueden participar en excursiones a caballo: ¡galopar por la playa despierta una sensación de libertad sin igual!